sábado, 31 de marzo de 2012

Foster The People en Buenos Aires: ¡Deme dos!

A puro indie marketinero, los chicos de Los Ángeles se compraron dos Trastiendas completas en continuado.



Foto de Diego Paruelo


Con Foster The People uno no sabe si está ante la más excitante promesa del pop del siglo XXI o uno de los primeros exponentes de ese futuro que, con ironía, imaginaba la película El Demoledor (1993): una sociedad que ya no escuchaba canciones, sino jingles. Después de todo, su líder, Mark Foster, es compositor de música publicitaria y el álbum se gestó bajo el paraguas del estudio de marketing para el que (todavía) trabaja. Quizás es por esto que, cuando uno los oye, tiene tantos deseos de comprar diez copias de Torches, su irresistible debut, como de endeudar hasta los nietos por ese nuevo Nissan Versa que baila en TV al compás de “Don’t Stop (Color Of The Walls)”.
El trío de Los Ángeles es producto de este extraño fenómeno de nuestros tiempos, en el que “single” y “jingle” parecen tener menos que una letra de diferencia y el indie se ha transformado en un lugar común más del advertising, poniéndole sonido a los culos de los avisos de cerveza o a las amas de casa desesperadas por la grasa pegada en la sartén.
Pero lo cierto es que la voluntad de cualquier cliente difícil, como yo, que haya estado ayer en La Trastienda fue comprada desde el primer acorde de “Houdini” que, con su magia arcade, abrió la primera de las dos ardientes funciones al hilo que los californianos hicieron en Buenos Aires. En cuestión de minutos, Foster The People dejó claro que, esta noche, nadie iba a quedar como un consumidor insatisfecho.
En formación quinteto, los chicos se hicieron gigantes en un minúsculo escenario atestado de instrumentos a fuerza de ritmo, transpiración y dinámicas versiones de “Miss You” y “Life On The Nickel”, mientras Mark Foster saltaba entre el micrófono, el teclado y el bombo, desatando histerias en un público fundamentalmente veinteañero que no dejó de corear un solo tema.
“I Would Do Anything For You” trajo ondas electromagnéticas de amor y paz, pero “Broken Jaw” nos devolvió al costado más tribal del grupo, con un Mark Pontius reventando parches y el cencerro (yeah, more cowbell!) copando la escena. Acá no hubo frescura del Pacífico ni guiños a Beach Boys: para “Waste”, La Trastienda ya era un microestadio en Fahrenheits que terminó consumiéndose en el pogo desatado por “Call It What You Want” y una “Don’t Stop” con gesto punkie.
En el final, el hit “Helena Beat” y el jingle generacional “Pumped Up Kicks” en tono ¡marcha! (sí, hubo géneros para todos los gustos), con Foster chorreando sudor y gloria, alzado en las vallas, sostenido por el público: una postal del triunfo de la viralidad consumista con la que se cerró el primer acto.
A esta altura, yo ya quería la remera escote en “V” de Torches, los lentes Infinit de marco grueso, los chupines Levi’s, el FIFA 12, 10 litros de Corona, cinco iPhones, un fucking Cadillac y más, mucho más de esta encantadora música comercial.
Malditos bastardos, no me dejaron otra que ir a la boletería y preguntar: ¿Me da otro?

martes, 27 de marzo de 2012

Diez películas que merecen una remake urgente

Son muy buenas ideas, pero envejecieron mal o, por producción, actuaciones o pobres efectos especiales, quedaron plasmadas en malos films. Acá, una selección de títulos que necesitan otra oportunidad.


Los cañones de Navarone (1961)
Arrancamos con un peliculón original: Gregory Peck, David Niven y Anthony Quinn son parte de un grupo de soldados que no se soportan entre sí, pero deben unirse para reventar una impenetrable fortaleza nazi en una isla del Mar Egeo. Una historia que requiere ya mismo un refresh para recordarnos lo excelentes que eran esos filmes ambientados en la Segunda Guerra Mundial, en los que un comando de renegados se enfrentan a una misión imposible (en la onda Doce del patíbulo, Donde las águilas se atreven o, más cercano en el tiempo, Bastardos sin gloria). Con un nuevo elenco internacional de superestrellas, esto hace volar la taquilla.



Viaje fantástico (1966)
Imaginen lo que la tecnología actual puede hacer con este clásico trip psicodélico de los 60, en el que una tripulación de un submarino es miniaturizada e inyectada en el cuerpo de un científico para salvarle la vida. Este clásico inspiró una novela de Isaac Asimov y una serie de TV. En 1987, Steven Spielberg produjo una floja comedia “homenaje”, Viaje insólito, pero creo que ya es hora de que haga una nueva versión a lo grande. Eso si no le ganan de mano, ya que estaría en desarrollo una remake con la producción de James Cameron (Avatar) bajo la dirección de Shawn Levy (Gigantes de acero).



Solaris (1972 y 2002)
Más allá de ser excelentes películas, ni el abordaje psicológico de Andrei Tarkovsky ni la versión romántica de Steven Soderbergh hicieron justicia a la obra cumbre de Stanislaw Lem, una de las novelas más profundas y fantásticas de la ciencia ficción. La historia, sobre el contacto con un planeta cuyo único habitante es un gigantesco océano inteligente, ofrece múltiples lecturas e interpretaciones sobre los problemas de comunicación y la esencia del ser humano. Su traspaso al cine requiere de alguien que sepa reunir esa complejidad y el increíble imaginario que ofrece el libro en un film popular y, a la vez, reflexivo. ¿Alguien tiene el teléfono de Christopher Nolan?



Infierno en la torre (1974)
OK, nos metemos con uno de esos clásicos intocables, pero esta obra protagonizada por Paul Newman y Steve McQueen sobre un incendio que se apodera del rascacielos más alto de San Francisco, quedó chamuscada por los años. Después de Contagio, Steven Soderbergh pica en punta para una nueva versión que demuestre que el cine catástrofe setentoso volvió para quedarse.



Shivers (1975)
Uno de los primeros trabajos de David Cronenberg (en el que ya revelaba su retorcida psiquis), donde unos parásitos infectan a los habitantes de un edificio y los convierten en maníacos sexuales. Me ganaré el odio eterno de los fanáticos del director canadiense de culto, pero esto es material para una remake en clave comedia de horror a cargo de Ruben Fleischer (Zombieland) o, mejor, Edgar Wright (autor de Muertos de risa y productor de Ataque extraterrestre).



Duna (1984)
La novela de Frank Herbert (1965) es el inicio de una de las sagas épicas más reconocidas de la literatura sci-fi: la lucha de reinos interestelares por el control de una especia que prolonga la vida y sirve para los viajes espaciales, solo hallable en el planeta Arrakis, más conocido como Dune. Su adaptación a la gran pantalla podría haber iniciado una las franquicias más exitosas de la historia. Sin embargo, se transformó en uno de los proyectos más accidentados del séptimo arte que, tras años de atrasos, cambios de guionistas y directores, recayó en un David Lynch que hizo lo que pudo: un film con algunos aciertos (no la actuación de Sting, claro), pero incompresible y soporífero, al punto que el mismo cineasta lo detesta.
Paramount anunció en 2008 la realización de una nueva versión, primero con Peter Berg (Hancock) y luego con Pierre Morel (Búsqueda implacable) tras las cámaras, pero canceló el proyecto el año pasado. Habrá que seguir esperando por la que sería la Guerra de las galaxias inteligente.



The Stuff (1985)
Una misteriosa crema, muy dulce, adictiva y dietética, se transforma en el helado furor de masas en Estados Unidos. Pero la sustancia es un organismo alienígena capaz de consumir a la gente desde el interior. En plena era de los “sundaes” de McDonalds y el “café” de Starbucks, una nueva versión de este film de terror con pizcas de comedia crítica hacia la industria del fast-food podría ser un éxito tamaño jumbo.



Amos del universo (1987)
Si con Transformers Hollywood recuperó del olvido a la línea de juguetes más exitosa de los 80 y la transformó en una multimillonaria saga, ¿por qué no puede hacer lo mismo con He-Man? Eso sí, no se la den a Michael Bay y, por favor, pensemos en algo más presentable que un Dolph Lundgren en mallita untado en Hawaiian Tropic.
La excelente serie Game of Thrones demostró que la fantasía épica puede ser cosa seria en producto y respuesta del público, entonces: ¿qué tal si sus creadores, David Benioff y D. B. Weiss, no se dan una vuelta por Eternia?




Sobreviven (1988)
Un obrero de la construcción encuentra unos lentes de sol que, en lugar de opacar la realidad, la revela: el mundo es un sitio en blanco y negro dominado por extraterrestres infiltrados que mantienen el control de la humanidad por medio de mensajes subliminales de adoctrinamiento escondidos en la publicidad, el dinero, los periódicos y la TV.
Una brillante y corrosiva crítica hacia el mass-media y la sociedad de consumo que, lamentablemente, John Carpenter solo pudo concretar en un film de bajo presupuesto con pobrísimas actuaciones y efectos. Que se haga justicia: la nuevas generaciones necesitan una nueva versión de la que, conceptualmente, quizás sea la mejor obra del autor de otras joyas como Halloween y La niebla.




La hoguera de las vanidades (1990)
La primera novela de Tom Wolfe desnuda con agudeza la doble moral y las contradicciones de la sociedad de Nueva York en los 80, donde coexistía la tensión social con los excesos del individualismo yuppie. Pero en su traspaso al cine salió todo mal: director equivocado (un Brian De Palma muy desdibujado), guión flojo y peor casting (Tom Hanks, Melanie Griffith y Bruce Willis, muy lejos de los personajes originales). Desde aquí nos preguntamos si Aaron Sorkin (guionista de Cuestión de honor y Red Social) tiene un Barnes & Noble cerca de casa.




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viernes, 16 de marzo de 2012

Cine: críticas de "¡Esto es guerra!", "Proyecto X" y "El precio de la codicia" - FM ESPN 107.9

En Regenerativo, el programa de Martín Altberg y Sebastián Almada, hablamos de los estrenos de la semana: las comedias "¡Esto es guerra!" y "Proyecto X" y la muy recomendable "El precio de la codicia".

martes, 13 de marzo de 2012

Tecnología: 4 aplicaciones que están cambiando la radio - FM ESPN 107.9

En la sección tecnológica de "Bebe va de 10" (además de pelearme con todos los novios de mis amigas), hablamos de apps para móviles que están revolucionando la radio: desde escuchar emisoras de cualquier parte del mundo hasta poder crear tu propio programa de radio y transmitirlo en vivo desde celular, pasando por convertir a audio tu timeline de Twitter. Grossitud total.

jueves, 8 de marzo de 2012

Cinco canciones sobre Malvinas

Luego de las ¿polémicas? declaraciones de Roger Waters y Morrissey, recordamos temas de artistas extranjeros que hablan sobre el triste enfrentamiento armado del que, pronto, se cumplirán 30 años.

Robert Wyatt: “Shipbuilding” (1982)
Escrita por Elvis Costello y Clive Langer, brinda una mirada del conflicto desde la perspectiva de un obrero que recupera su esperanza al reactivarse el empleo en las zonas de astilleros de Inglaterra para los construcción de barcos de guerra en los que, irónicamente, morirán los hijos que son llamados al frente. La canción fue pensada para Robert Wyatt, quien la hizo famosa en 1982 y la incluyó en su álbum Nothing Can Stop Us, muy recomendable compilado de covers de canciones de protesta. Meses después, Costello grabó su versión para su disco Punch the Clock.




The Exploited: “Let's Start a War... (Said Maggie One Day)” (1983)
“Empecemos una guerra”, dijo Maggie un día / de las masas desempleadas / nos desharemos, no les importará / como ovejas irán, no se darán cuenta / nunca lo sabrán”. Cero metáforas y diplomacia en la puntiaguda lengua de los íconos escoceses del hardcore punk, en la canción que da título a su tercer disco y acusa a Margaret Thatcher de iniciar la guerra como tapadera de los conflictos económicos sociales que golpeaban a Gran Bretaña por aquellos años.




Pink Floyd: “Get Your Filthy Hands Off My Desert” (1983)
Quienes se sorprendieron con los recientes dichos de Roger Waters sobre Malvinas parecen olvidar que, hace casi tres décadas, el bajista compuso The Final Cut, una obra en la que predomina su visión crítica hacia Margaret Thatcher y el conflicto del Atlántico sur. Esas ideas se manifiestan, en especial, en la letra de esta sentida canción: “Galtieri tomó la bandera británica / y Maggie, un día mientras almorzaba / tomó un crucero con todos abordo / aparentemente, para que la devolviera”.





Super Furry Animals: “The Piccolo Snare” (2003)
Una tonada antibélica (contemporánea a la invasión de Estados Unidos a Irak) creada con los recuerdos infantiles del vocalista Gruff Rhys sobre Malvinas. En la letra aparecen referencias a la batalla de Mount Tumbledown, los aviones Skyhawk de la Fuerza Aérea Argentina y la zona de exclusión marítima establecida por los ingleses en torno a las islas. “Puede hablar de cualquier guerra, pero esa es la que recordaba de cuando era chico, en la que gente de mi región estaba muriendo mientras los medios trataban de mantener un patrioterismo ridículo”, explicó en su momento el cantante a la BBC.





Sabaton: “Back in Control” (2006)
Seis metaleros suecos que tienen el cerebro detonado por la guerra. Todas sus canciones hablan sobre los principales enfrentamientos bélicos de la historia y, como era de esperar, también tienen un tema sobre Malvinas, con una letra que glorifica la recuperación británica del archipiélago: “Estamos (otra vez en control), los forzamos a rendirse / (tomamos lo que es nuestro), restablecimos la ley y el orden / (otra vez en control), los empujamos más allá del mar / (las Falklands en nuestras manos), otra vez bajo el reinado británico”. Basta de disputas absurdas: Las Malvinas son suecas (?).



Por Maximiliano Poter

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Cine: críticas de "John Carter" y "Un dios salvaje" (y un poquito del nuevo iPad también) - FM ESPN 107.9

En "Bebe va de 10", repasamos los estrenos de la semana, junto a Bebe Contepomi y Violeta Santamarina. También hablamos un poquito del lanzamiento del nuevo iPad.

martes, 6 de marzo de 2012

Cine: Películas muy inocentes que fueron prohibidas por razones muy estúpidas

¿Indiana Jones fue prohibida? ¿Avatar fue levantada de los cines? En "Negro Positivo", por ESPN 107.9, repasamos tristes curiosidades de la gran pantalla, con cinco filmes inocentes, inocuos, que alguna fueron prohibidos por motivos completamente absurdos.